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El sistema Pellaton de IWC

En el salvajemente competitivo mundo de la relojería, las marcas de renombre conquistan sus puestos a golpe de genialidad mecánica… aunque es cierto que unas pocas, las menos, se apoyan solo en buenos departamentos de marketing. Pero de esas no hablamos hoy.

Para IWC Schaffhausen, ese sello distintivo de excelencia reside en el sistema de carga automática Pellaton. Esta innovación no solo resalta la artesanía superior sino que también testifica el legado ingenioso de la marca.

La historia nos lleva atrás en el tiempo, al escenario de la postguerra en los años 50, cuando el entonces director técnico de IWC, Albert Pellaton, decidió enfrentar el desafío de diseñar un mecanismo de carga automática más eficiente. En una época donde la precisión y la eficiencia eran la llamada del día, Pellaton ideó un sistema que no solo capturaba la energía en ambas direcciones del rotor, sino que también minimizaba la pérdida de energía. En 1950, el mundo vio nacer el sistema de carga automática Pellaton, que convertía cada oscilación del rotor en energía pura para dar cuerda al reloj, un salto gigante en el camino de la relojería automática. Voy a intentar desglosar las partes clave y explicar sin mucho rollo cómo trabajan juntas en este ingenioso sistema:

El rotor es el corazón latente en el movimiento automático de un reloj, especialmente en el refinado sistema Pellaton de IWC, donde cada giro suma a la vida vibrante del tiempo contado. Este disco, sea semi-circular o un círculo completo, danza alrededor de un pivote central, movido por el ritmo natural de la muñeca que lo lleva. No necesita intervención manual, se mueve en un acto de coexistencia con nuestro ser. En la casa IWC, el rotor no es solo una pieza funcional, es también una declaración de diseño. Fabricado con metales como el acero inoxidable, y a veces vestido con materiales preciosos, cada rotor lleva el sello meticuloso de IWC, a menudo adornado con su logotipo grabado, un testimonio de lujo y eficiencia.

Ahora, mientras el rotor gira, su energía necesita ser capturada y transmitida, y aquí es donde destaca el sistema Pellaton. La energía se desliza a través de una red de engranajes hacia el barrilete, el cofre que guarda la esencia de cada tictoqueo del reloj. Es un recorrido meticuloso, en el que cada revolución del rotor se traduce en tensión almacenada, lista para ser desplegada. En su núcleo, la palanca y la rueda de trinquetes del sistema Pellaton juegan un papel crucial, asegurando que cada movimiento del rotor se traduzca en energía almacenada de manera eficaz.

Luego tenemos la excéntrica y el pivote, que juntos trasladan la energía del rotor al barrilete en los relojes automáticos de IWC. La excéntrica, con su eje central desplazado, convierte el movimiento rotativo en un movimiento oscilante. El pivote, actuando como un punto de apoyo, transfiere este movimiento oscilante a la palanca Pellaton. Es una colaboración que no solo simboliza la maestría técnica en el corazón de los relojes automáticos de IWC, sino también la dedicación de IWC a la optimización continua y la mejora en el diseño de movimientos automáticos.

La innovación no se detiene aquí. En el sistema Pellaton, el mecanismo de trinquete y palanca es esencial para la eficacia de la carga automática en los movimientos de IWC. Con cada giro del rotor, la palanca de Pellaton se mueve hacia adelante y hacia atrás, interactuando con la rueda de trinquete y avanzándola en una dirección específica. Este movimiento entonces se transfiere al barrilete, ayudando a enrollar la cuerda principal y almacenando energía. Es una mejora significativa en la eficiencia de carga, aprovechando el movimiento en ambas direcciones del rotor.

En este escenario, la rueda de reducción es un actor vital. Su tarea es disminuir la velocidad del rotor, permitiendo una transferencia de energía más controlada y eficiente hacia el barrilete, asegurando la tensión necesaria en la cuerda del reloj. Con cada revolución, la rueda de reducción entra en acción, modulando la velocidad del rotor antes de que la energía llegue al barrilete. Es una pieza esencial que facilita la transferencia de energía fluida y eficiente, solidificando la reputación de IWC en la vanguardia de la innovación en la relojería automática.

Ahora, el barrilete no es solo un depósito de energía, es el…ejem… segundo corazón del reloj, después del rotor. Captura la energía generada por el rotor y la libera de manera controlada para impulsar el tren de engranajes del reloj. La transferencia de energía desde el rotor al barrilete se optimiza gracias a la disposición ingeniosa de componentes del sistema Pellaton.

En la búsqueda constante de mejora, IWC introduce materiales cerámicos en el sistema Pellaton. Estos componentes, conocidos por su resistencia a la abrasión y al desgaste, no solo aumentan la durabilidad del sistema, sino que también reducen la fricción, optimizando la transferencia de energía, es decir, mejorando el rendimiento del reloj. Es una fusión de tradición e innovación, reflejando la dedicación de IWC a la excelencia técnica y a mantenerse a la vanguardia de la tecnología relojera.

En el núcleo del sistema Pellaton, la brida de engranajes actúa como un mediador, facilitando la conversión del movimiento rotativo del rotor en energía mecánica que se almacena en el barrilete. La brida de engranajes no solo es un componente técnico, sino una manifestación de la precisión y la calidad que IWC infunde en cada aspecto de sus relojes.

En resumen, cada parte, cada componente del sistema Pellaton, juega un papel crucial en la eficiencia y durabilidad del mecanismo. Con una orquestación precisa, estas partes se unen para formar un sistema de carga automática que ha resistido la prueba del tiempo, manteniendo los relojes IWC precisos y confiables a lo largo de los años. La dedicación a la mejora continua y la excelencia técnica son evidentes en cada pieza y en cada movimiento, mostrando un legado de precisión y confiabilidad que IWC ha cultivado a lo largo de los años en el reino de la relojería fina.

IWC no es una marca que se duerma en los proverbiales laureles. A lo largo de las décadas, el sistema Pellaton ha visto varias actualizaciones, manteniéndose en sintonía con los tiempos y la tecnología emergente. En 2005, la marca dio un paso significativo al incorporar componentes cerámicos en el sistema, reduciendo la fricción y, por ende, el desgaste. Pero la marca no se detuvo ahí. Una década más tarde, en 2015, IWC lanzó una versión mejorada del sistema Pellaton. Esta actualización optimizó aún más la transferencia de energía, llevando la eficiencia del sistema al asombroso 95%.

El ingenioso sistema que me ocupa hoy no ha sido confinado al laboratorio, sino que baila en el corazón de algunos de los relojes más icónicos de IWC. El IWC Portugieser Automatic, por ejemplo, es un testamento viviente de esta maravilla mecánica. También, el IWC Ingenieur y el IWC Pilot’s Watch llevan en su núcleo esta maravilla de la ingeniería, proporcionando una fiabilidad inigualable para aquellos que buscan aventuras en tierra y en el aire.

El sistema Pellaton es un ejemplo de cómo la pasión por la perfección y la innovación continua pueden llevar la relojería a nuevas alturas. Cada reloj que alberga este sistema es un tributo a la visión y la habilidad de Albert Pellaton, y un recordatorio de cómo IWC continúa marcando el ritmo en la marcha de la relojería de precisión.

Cada segundo marcado por un reloj IWC con sistema Pellaton es una medición del tiempo, sí, pero también es una invitación a ser parte de un legado que celebra la excelencia mecánica.

Y todo esto lo llevamos en la muñeca. Casi nada.

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