Lo cierto es que al 99,999% de la población no le hace falta —no nos hace falta— pensar en relojes.
¿Por qué deberíamos dedicar tiempo y actividad neuronal a una herramienta tan desatendida, pero al mismo tiempo tan ubicua que resulta casi invisible? Quizás tenga sentido recordar su existencia en momento puntuales, como cuando esperamos expectantes la llegada de las campanadas de Nochevieja, pero en otras ocasiones pensar en relojes es una actividad del todo innecesaria.
¿Y si, además, te digo que los relojes en los que yo pienso son, principalmente, relojes de pulsera, y, para más inri, automáticos o mecánicos? Pensar en ellos es una actividad aún más inútil. Pero a mí me gusta hacerlo, y sé que al otro lado de la pantalla estás tú y otros miles de personas que compartís mi afición por esas máquinas del tiempo portátiles que son los relojes.
Quienes prestamos atención a la horología sabemos que en los últimos años se ha producido un boom de recursos online para satisfacer y azuzar nuestra curiosidad y consumismo —recordemos que los mercados relojeros de diferentes colores mueven cada día más y más dinero—. Vivimos rodeados de canales de YouTube y cuentas de Instagram que nos ofrecen avalanchas de brillantes y atractivas imágenes tictaqueantes, nos enumeran listas de modelos y nos ponen, en definitiva, los dientes largos por el nuevo diver, el nuevo tourbillón, la nueva correa o, incluso, el reaparecido ejemplar vintage supuestamente «NOS» que cambiará nuestra existencia. Vivimos nuestra afición frenéticamente, foto a foto, a veces sin pensar demasiado por nosotros mismos en lo que nos atrae de estas cajitas metálicas que ceñimos a la muñeca o guardamos en otras cajas más o menos fuertes.
Pero no solo de webs vive la afición; para alimentar nuestra dependencia recurrimos también a las revistas «en papel» de relojes. Por suerte ahora hay muchas en inglés y tenemos unas cuantas en español, todas con interesantes contenidos y numerosas fotos para embelesar, pero tengo la impresión de que se publican pensando únicamente en el aficionado de elevado poder adquisitivo, dejando un poco de lado los intereses de quienes vivimos esta afición más cerca de Invicta que de IWC.
Quiero pensar que es por todo esto que te encuentras hoy frente a este texto. Por mi interés y tu curiosidad. Porque te gustan los relojes y yo quiero pensar sobre ellos, si no en voz alta, al menos sí en letra impresa, aunque sea en volátil sucesión de píxeles.
Espero que esto te agrade.
Nos leemos. Así, sin demasiadas distracciones.
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